domingo, 11 de mayo de 2008

Crónica de Rodolfo Walsh, la sublevación de la palabra

Rodolfo Walsh
Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información” (ANCLA)

El rumor se engrandece, ¿Qué hay hoy en la UNQ?, ¿Qué son esos paneles? , se preguntaban un grupo de chicas que se encontraban en el primer piso de la facultad, posando sus miradas hacia las fotografías. Se acerca un chico sonriendo, parece que las conoce, ¿cómo que no saben? ; es la famosa muestra de Walsh. La inauguración oficial es el lunes, alrededor de las 18. Las chicas contestan, que lástima estamos cursando, siempre lo hacen a esa hora. Alejándose el chico les dice, bueno pero depende de la materia que tengan los profesores van, nos vemos…
El ágora de la Universidad Nacional de Quilmes, hoy esta invadida por 67 grandes paneles, que registran la vida y obra del gran hombre, periodista, militante y escritor Rodolfo Walsh. Una experiencia única y de gran prestigio llegó, tras recorrer varios países del mundo, a la facultad quilmeña.
Con aspecto de laberinto esta muestra busca experimentar y dar a conocer sensaciones, sentimientos y la lucha que tuvo que enfrentar y padecer día a día, Walsh, sus amigos y familiares, en sí, el ciudadano argentino. “El pueblo aprendió que estaba solo. . . El pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza.” Rodolfo Walsh (RW)

La palabra ciudadano connota una controversia, puesto que desde 1960 en adelante, la democracia estaba ya casi pérdida y sólo era cuestión de tiempo para que se desate la gran barbarie, que le toco vivir a nuestro país. En la modernidad el ciudadano, se lo considera miembro de una comunidad política. Dentro de sus derechos se destacan por su importancia, los de participación en los beneficios de la vida en común, como son la salud, la educación de calidad, y el acceso al bienestar en general. Además de la imprescindible participación política, mediante el derecho al voto.
Hablo de controversia, porque todas estas características propias de cualquier ciudadano, en la vida de Walsh no estuvieron presentes. Y por medio de su escritura, buscó dejar huellas de las atrocidades que se cometían.
Primero voy a remitirme a su momento como escritor. Comenzó en 1957 con la gran obra, Operación Masacre, “la escribió con la fuerza de la indignación y abuso de su escritura literaria para narrar una historia real, que todavía hoy estremece”. Por medio de ésta, se inauguró en la Argentina la novela de no ficción, en la cual la investigación periodística sirvió como punto de partida para la narración de hechos reales por medio de procedimientos ficcionales. Luego ya para 1969 publicó, ¿Quién mató a Rosendo? y El caso Satanovsky en 1973. En estos escritos, se podía observar su estilo; investigaciones periodísticas y los procedimientos del género policial, como el uso del enigma y del suspenso.
“En cuanto a la manera de informar o deformar de las agencias y los medios en general, solo se me ocurre decir que su consecuencia es que la gente ya no cree nada, ni los periodistas ni los lectores, salvo los resultados del futbol. Se crea una forma de leer al revés”. (RW)

A modo de historia voy a recrear la vida de Rodolfo Walsh. Se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y estuvo interno en una congregación de curas también irlandeses. "Tengo una hermana monja y dos hijas laicas", se reía. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y como corrector de pruebas, y a los 20 comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, "Variaciones en rojo", con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.
Cuando se produjeron los fusilamientos de José León Suárez, Walsh estaba trabajando en la compilación de cuentos de la Editorial Hachette. Una tarde de 1956, jugando al ajedrez en un bar de la Plata escuchó la frase "Hay un fusilado que vive". Nunca se le fue de la mente. A fines de ese año, comenzó a investigar el caso. El resto de la historia es conocida por todos.

Continúo el recorrido de los paneles con su historia y me quedo observando las fotografías, que van desde el piso hasta… podría decir, yo mido 1.64, un poco mas que mi altura, diría 1.80. No son tan imponentes en grandeza, pero si en el aspecto visual y estético, denota un gran trabajo de diseño tanto en las fotos como en los textos. Fuera de el pasadizo están expuestos, elementos de Walsh, sus anteojos, cámaras de fotos, sus libros, una máquina de escribir, grabador, diarios de 1974, su mesa de ajedrez. Todo organizado y confeccionado por la iniciativa de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y representantes del Archivo Histórico del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
Además se registran notas y poesías que han sido escritas sobre él, en el cual se destaca un escrito de Juan Gelman que está colgado en una gigantografía en la UNQ.
“La sublevación de la palabra”, es una exposición que está pensada para todo tipo de público, tanto para quienes conocen los hechos históricos -y pueden relacionarlos con su propia experiencia- como para jóvenes que se inician en la temática y buscan conocer de este gran personaje.

“La literatura de ficción de Walsh siempre tuvo originalidad y calidad deslumbrante, a pesar de ello llegará a despreciarla por considerarla perteneciente a un genero elitista y reprimido en los vertiginosos años 60. Así arrastrado por las intensas transformaciones políticas, deja a un lado al mundo de la ficción y utiliza su prosa para reafirmar su compromiso militante. Quienes no acostumbraban a abandonar los espacios conseguidos y quienes solo encuentran la gloria en la consagración personal no le perdonaran jamás esta elección. Walsh esta dispuesto a pagar este costo para abrazar la realidad de un país y de un tiempo en que las palabras queden sublevadas.
Walsh decide cambiar el rumbo de los sucesos, deja atrás al escritor y busca revancha como militante. En 1973 comienza a militar en la organización Montoneros, sin embargo un año después por tener grandes diferencias con estos y no ser escuchado se separa. Bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, crea la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA). "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información."
Dos años después, el 29 de septiembre de 1976, va a padecer uno de los peores momentos, muere su hija María Victoria; su nombre de guerra era "Hilda". En diciembre de ese año Walsh publica un mensaje -en el que relata las circunstancias del hecho- llamado Carta a mis amigos.
En sus últimos días, Walsh desconocía lo que le iba a pasar el mediodía del 25 de marzo de 1977. Vivía con el temor, de que nunca mas iba a despertarse, pero el seguía luchando por lo que consideraba justo. Así fue que el 24 de marzo envía su famosa "Carta Abierta de un escritor a la Junta militar" a las redacciones de los diarios, y nadie la publica. Donde narra el genocidio que se estaba cometiendo.
Un día después, es secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco, la idea era llevarlo vivo pero a raíz de un descuido, lo matan.

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